martes, mayo 27

Otra mujer muerta en Barcelona... Asesinada, más bien. Una más... ¿Cuántas mujeres maltratadas habrá en este vagón? ¿Quién de estas mujeres sonríe de felicidad mientras viaja en metro? Mientras para mí es una pérdida de tiempo irrecuperable (recuperado ahora mediante la escritura), para otras se trata de una vía de escape. Un lugar con el que sólo han soñado, donde son iguales a las demás y no son golpeadas y menospreciadas hasta la muerte.

Pero no saben que en el mismo vagón se disfrazan los protagonistas de sus pesadillas recurrentes.

Señora, ese de su lado, ese dulce anciano, cuando llega a casa con un par de copas de más escupe a su esposa hasta mezclar su saliva con sus lágrimas. Afortunado el día en que la mezcla no se tiñe de un rojo sanguinoliento.

¿Y aquel? Ese chavalillo que le ha cedido amablemente el asiento. Sí, ese, el trajeado. Le ha prohibido a su novia que se vea con los compañeros de clase. Los celos le obligaron a golpearla el otro día. Pero no es tan mal chico, luego se disculpó. Él le ama, como no ama otra cosa en el mundo. Por eso no quiere estar sin ella jamás. A ella le pareció lo más hermoso que había oído nunca...

¿No es gracioso, señora? ¿No le recuerda a usted cuando salía de novia con el desgraciado de su marido?

No podemos olvidar que debajo de esa apariencia de corder, realmente, se encuentra el lobo. Me encantaba este cuento de pequeña...

lunes, mayo 26

Antisocial

Me molesta la gente. Yo no sé si mi antisociabilidad venía de antes, pero lo cierto es que en esta ciudad me he dado cuenta de lo mucho que me molesta. Odio el contacto, cosa bastante discernible en el metro, curioso lugar para tratar de hacerte con unos centímetros de burbuja de aire imaginaria a tu alrededor. La gente se empeña en seguir tocando, no sé si para sentirse más vivos, por no sentirse solos... o simplemente... por joder.

Cuando voy de pie, agarrada a la barra, mi mano se mueve arriba y abajo, con un movimiento presumiblemente lujurioso en otro contexto. pero en el vagón sólo trata de sortear la piel sudada de otro malafortunado que viaja en transporte público.
Quizás del metro ese ocio creciente hacia todo ser humano, y por extensión hacia todo bicho viviente, se haya expandido.

Me molesta la gente en la calle. Las viejas que se paran a cotorrear con las vecinas, ocupando media acera y obligándote a salir a la calzada.

Me molesta ese viejo que ha venido al kebap a tomarse una cerveza. Totalmente fuera de lugar, pero es lo que le pilla más cerca de casa. Me molesta el ruidito insistente que emite buscando trozos del filete del mediodía aún entre sus dientes....

jueves, mayo 22

Estrenamos cabecera

Ya va siendo hora de darle un toque de color al vagón....


seguiremos trabajando para mejorar los servicios....

Bsos, saludos y cedidas de asiento para todos!!!

miércoles, mayo 21

Gente sin rostro...

Vivimos en una ciudad rodeados de gente sin rostro. No lo tienen, porque no lo enseñan. Y no lo tienen, porque nosotros no queremos verlo. Yo estoy convencida de que en cuanto nos subimos al metro, nuestros ojos dejan de discernir los colores y lo vemos todo en blanco y negro, incluso con un glamouroso difuminado gausiano. En color, sólo nosotros...

Bueno, y los negros, que bien que nos fiamos si hay alguien de otro color raza cultura. Pero sigue difuminado, eso sí.

En cuanto se abren las puertas del vagón, ahí saltamos todos, como trepas. Sálvese quien pueda! Ni en el Titanic, madre. Nosotros, y sólo nosotros. Mierda, el puto negro me ha quitado el asiento! Bueno, iré de pie, pero apoyao... Entra una embarazada... bajo la cabeza... Yo ya le he cedido el sitio al negro, no te jode! De la preñada que se ocupe otro... que en el vagón hay mínimo treintaycuatro personas...

En fin, adónde vamos a ir... digo paa mí misma, equivocadamente en voz alta...

Yo a Méndez Álvaro, usted no sé... me replica un viejo que se ha cansado de leer el periódico por encima del hombro de la chica que viaja a su lado, y ahora busca un nuevo entretenimiento...

martes, mayo 20

Mujer Blanca busca piso en Barrios Trampa

Te das cuenta de que vives en una ciudad subterránea cuando ni siquiera podrías pronunciar en voz alta el nombre de la calle paralela a la tuya. Pero, sin embargo, podrías recitar todas las paradas de la línea del color que te haya tocado, igual que recita orgulloso mi primo pequeño la alineación de la Seleción.

Y así es difícil buscar piso en esta ciudad, donde las calles son sólo un nombre vacío, una alineación de caracteres carentes de significado.



Por no hablar de los barrios confusos, aquellos que no corresponden con las paradas de metro que comprenden. Si te mudas al barrio La Latina, lo más cerca que andarás en la línea verde es en Aluche. Nada menos que media hora. Barrios Trampa.

lunes, abril 28

Pasos en el metro

Oigo sus pasos acercarse. El sonido de sus botas retumba en los pasillos del metro. La firmeza de sus pasos debilita mi fortaleza hasta intimidarme. Intento andar más rápido, trato de alejarme de esa sombra que se aproxima a mí. Es imposible, sus pasos son infinitamente más largos que los míos.

Su respiración es cada vez más fuerte. El silencio de la estación la hace cada vez más perceptible. Se acerca. ¿Por qué diablos no hay nadie hoy en esta parada?

Un escalofrío recorre mi cuerpo. Estoy sudando. Joder, este pasillo es interminable. Lo tengo detrás. Podría andar más despacio, a ver si me adelanta... Pero no, tengo miedo. No me fío. No puedo evitarlo. Cada vez está más cerca.

Me doy cuenta que ya estoy corriendo, y aún así, él sigue detrás. Su sucio aliento choca en mi nuca. Creo que me estoy mareando.

Por el rabillo del ojo veo cómo alarga su mano, esa mano enorme. La oscuridad empieza a caer sobre mí. Ya está. Definitivamente estoy perdida. Sólo tengo una salida: gritar y confiar en que alguien me escuche...

....


AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

...

De repente abro los ojos. Estoy en el vagón. Me he despertado sobresaltada. Parece que nadie se ha dado cuenta, todos están a su bola, con sus sudokus y sus historias. Nadie se ha dado cuenta de que estaba soñando. De que tenía una pesadilla.

Esos vídeos de los seguratas del metro están haciéndome flaco favor. No dejo de tener pesadillas con ellos. Palizas a indigentes... a inmigrantes.... que será lo próximo... niños? mujeres? No, dios, creo que por una temporada tendría q salir de este vagón. Tengo miedo. Me esconderé en casa... Pero eso no solucionará nada, verdad? Tan sólo aplazará esta sensación de angustia que me ahoga cada vez que les veo con sus botas y sus porras. Cada vez que siento que están detrás...

Mi parada!!! He de bajarme y saldré corriendo al exteriorrrrrrrrr

miércoles, abril 23

Uno de los pros del misterioso vagón en el que se ve obligada a desplazarse es la lectura. Un exquisito placer que por los quehaceres del día a día ha ido dejando a un lado. Hoy más que nunca, en su vagón viajan Shakespeare y Cervantes, Agatha Christie se levanta de su asiento para dejar paso a Edgar Allan Poe, que tiene cara de cansado.

Ella agarra su libro con fuerza, aferrada con la otra mano a la barra que le mantiene erguida en el vaivén de las letras... Historias de amor, crímenes sin resolver, corrupción americana e historias futuristas vuelan alrededor de su cabeza haciendo el trayecto más a meno. Más de una vez se ha saltado una parada porque ha sido incapaz de frenar su impulso de pasar de hoja, sin levantar la vista de una hilera de letras con mensaje...

Una sensación agradable, en el fondo, saber que su vida, aunque escrita por otros, a veces es más importante que el nombre de una estación....

Feliz lectura en el vagón!