domingo, octubre 26

De vacaciones obligadas...

Tres semanas sin ninguna obligación de coger el metro, más que una vez a la semana como mucho... (es de las pocas ventajas que tiene el desempleo en estos momentos, te exhime de picar el bonometro dos veces mínimo al día...).

Dos días fuera de la ciudad subterráneo e incluso de la asfaltada.

Ese tiempo es el que me ha sobrado para echar de menos todo aquello. Para aprender a comprenderlo y a valorarlo. Para mirar con nostalgia a las personas que viajaban cada día en mi vagón...

Otros dos días, y espero subirme de nuevo a ese metro de "las oportunidades".

Andén...

martes, julio 29

... De cómo hacerte "mayor" en el metro

El otro día alguien hizo una reflexión importante. En esata ciudad llega un momento en el que "te haces mayor". Das el paso más importante de tu nueva vida. Es como el "sacramento" de la ciudad subterránea.



En un momento dado, no se sabe cómo ni por qué, no hay un "cuando", porque depende de la persona... ¡Un día dejas de llevar el plano del metro en el bolso! Lo haces adrede, conscientemente. Ya te sabes el camino, no es necesario seguir "cargando" con él.



A este primer paso le siguen otros tantos. Llega otro día en el que sigues andando por el pasillo del metro, por el anden, hasta colocarte justo a la altura del último vagón. ¿Por qué? Es el que coincide con la salida a tu calle, con las escaleras mecánicas o el pasillo que te lleva en el transbordo. Totalmente mecánico, al final, siempre sabes dónde situarte.



La mayor putada es cuando te cambian de ruta. Te "mudas" (o te "mudan") de curro, cambias de amigos o "exploras" nuevos barrios. Ya no sabes qué vagón te corresponde. Vuelves a sentirte perdida en la ciudad, inmigrante en un mundo de nadie. Y lo peor. El puto plano de metro ha vuelto a tu bolso para delatarte. Con miradas furtivas, compruebas varias veces el nuevo camino...

Complicidad en la oscuridad

Últimamente sólo escribo la peor cara de mi vida subterranea. Realmente no sé por qué. No sé si es que soy pesimista o simplemente es mucho más fácil escribir sobre la cara oscura de la vida.

Oscuridad la que acabo de vivir en el vagón. Voy yo derechita al trabajo, he encontrado sitio para sentarme, sin tener que pegarme con nadie. Aquí, todo feliz, escribiendo como no, sobre cosas oscuras. De repente las luces del vagón se han apagado. Paulatinamente, eso sí, como si tuviera tres posiciones, el campo de visión se ha ido reduciendo poco a poco.

El desocncierto inicial se ha convertido en un hilillo de risa nerviosa. Las miradas entre el resto de pasajeros, interrogantes, buscaban la complicidad de los otros. Sí, todos aquellos que viajaban en silencio, con la cabeza gacha y tratando de ignorar al resto, pasando desapercibidos, durante veinte segundos y medio han necesitado la mirada del prójimo para calmarse. O por si en caso de que ocurriera algo más grave que un pico de tensión, alguien les ayudara.

Irónico, ¿verdad? Me ha servido para darme cuenta de que esta ciudad subterránea no es tan solitaria como quiere parecer. Tan sólo está lena de hipocresía y de dobles caras.

Como el mundo real.

martes, julio 15

Summer Days

Las ansiadas vacaciones han llegado al fin. Más allá de intentos de chapoteos entre las olas, tragos de cerveza entre la arena y vuelta y vuelta para tostar nuestra preciada piel, lo mejor es detener el tiempo. Detener las manecillas y hacer lo que nos plazca y cuando nos plazca.



Da igual que durmamos diez horas, se permite otra siesta de persiana y pijama de otros ciento veinte minutos. Y lo mejor de todo es que no tienes sensación de perder el tiempo, si no de estar aprovechándolo.



No me gustan los convencionalismos en esta españa de la pandereta y la tortilla con arena en cuanto llega julio. Me gusta ir contracorriente y atreverme a meter el pie en el agua cuando los demás comienzan a vestirse de nuevo las toallas rumbo a sus hogares temporales.



Sé que volveré blanca, lo asumo, pero en ningún momento pretendo volverme color cangrejo a pasar desapercibida en la línea de La Elipa. Vacaciones de verano...

sábado, julio 12

Cambio de aires

He tenido que subir un tiempo a la superficie, de ahí mi ausencia. Algunos me aconsejasteis y me asegurasteis que necesitaba un cambio de aires, especialmente en mi entrada Antisocial.

Os he hecho caso y me lo he tomado.

He cambiado el invernadero en el que vivía cuando no estaba aquí, por un pisito con vistas... vistas a donde sea, pero con vistas. Y con buen rollo. Con el oxígeno que necesitaba cada mañana para volver a bajar a los túneles subterráneos que esparcen mi vida en esta ciudad.

Un nuevo piso, unas vacaciones. Cerrar puertas que aún tenía entreabiertas... y alguna que otra borrachera de por medio, me han proporcionado el valor necesario para comprar un mes más el abono-transportes.

Así que akí estoy, de vuelta, merodeando por el anden en busca de alguna historia....

Quizás nos crucemos al montar en el vagón....!!

martes, mayo 27

Otra mujer muerta en Barcelona... Asesinada, más bien. Una más... ¿Cuántas mujeres maltratadas habrá en este vagón? ¿Quién de estas mujeres sonríe de felicidad mientras viaja en metro? Mientras para mí es una pérdida de tiempo irrecuperable (recuperado ahora mediante la escritura), para otras se trata de una vía de escape. Un lugar con el que sólo han soñado, donde son iguales a las demás y no son golpeadas y menospreciadas hasta la muerte.

Pero no saben que en el mismo vagón se disfrazan los protagonistas de sus pesadillas recurrentes.

Señora, ese de su lado, ese dulce anciano, cuando llega a casa con un par de copas de más escupe a su esposa hasta mezclar su saliva con sus lágrimas. Afortunado el día en que la mezcla no se tiñe de un rojo sanguinoliento.

¿Y aquel? Ese chavalillo que le ha cedido amablemente el asiento. Sí, ese, el trajeado. Le ha prohibido a su novia que se vea con los compañeros de clase. Los celos le obligaron a golpearla el otro día. Pero no es tan mal chico, luego se disculpó. Él le ama, como no ama otra cosa en el mundo. Por eso no quiere estar sin ella jamás. A ella le pareció lo más hermoso que había oído nunca...

¿No es gracioso, señora? ¿No le recuerda a usted cuando salía de novia con el desgraciado de su marido?

No podemos olvidar que debajo de esa apariencia de corder, realmente, se encuentra el lobo. Me encantaba este cuento de pequeña...